domingo, 14 de febrero de 2010

Campamento en Villa del Carbón.

Por Nin.

Imagino un universo harto del desorden cotidiano, decidido a poner ciertas cosas (o seres) en lugares que considera adecuados.

Imagino que éstas cosas (o seres) que de golpe se encuentran reubicadas en un lugar "adecuado" pueden no verlo así.

Imagino a estos seres (o cosas) comprendiendo el porqué de su reubicación y aceptando la adaptación y el nuevo reto.

También imagino que es algo que pasa a menudo y sin embargo pocas veces nos damos cuenta.

Porque son cosas que no acostumbramos a imaginar.

Hace un par de semanas la cena fue levemente interrumpida para informarnos que necesitaban a alguien que fuera a un campamento en Villa del Carbón, ya que los brigadistas previstos no podían ir. "Pueeeees, si" fue la respuesta. No es que no quisiéramos ir, simplemente no lo esperábamos, pues el campamento era al día siguiente.

El viaje al D.F. y posteriormente a Villa del Carbón transcurrió entre tráfico, hojaldritas de mole y jamón y una memorable película de cholos que duró cerca de tres horas. Debido al esfuerzo mental al que nos conllevo dicha película, llegamos fatigados a Villa del carbón, fatiga que desapareció en cuanto vimos las ollas con comida que nos esperaban. Los Juatarhu nos atrincheramos en la cocina, para después acomodar nuestro aposento y poder dormir.

Cholos gritando en mi cabeza, mientras miro el techo, mientras concilio el sueño...

Nos levantaron muy temprano. Hicimos un pequeño recorrido que trascurrió sin incidentes... Claro, sin contar que J. C. fue el único en caer al río, cuyo resultado fue un calcetín mojado.


Después del recorrido Daniela, encargada de cambio climático en Reforestamos México, nos dió una pequeña plática sobre un programa llamado Testigos Climáticos, el cual lleva un registro sobre el cambio en ciertos entornos o ecosistemas mediante anécdotas, fotografías y demás. También nos habló sobre la Calculadora Mexicana de Carbono (disponible en http://www.reforestamosmexico.org/co2), la cual sirve precisamente para calcular las emisiones de co2 de manera individual y así concientizar a la gente, dándoles ideas alternativas para reducir sus emisiones, e incluso compensarlas. La charla terminó con una pequeña actividad de integración, para después devorar el desayuno.

Ese mismo día se comenzó la construcción de una estufa "Lorena". Por la tarde se nos dio el inició de una lectura (que por cierto, no tiene fin). Ese mismo día se nos informó del motivo principal por el que estábamos justo ahí, en Villa del Carbón.

Por la noche llegó Pavel, lucía agotado por el viaje. Nos introdujo en una plática con ciertos tintes existencialistas, tocando palabras como "realidad, conciencia, ideas, pensamiento". Nos hablo de procesos y de cambios, se nos habló de un nuevo proyecto, en el que estábamos includos. Una agencia de jóvenes formados en la acción. Esa noche nos fuimos a dormir bastante cansados mentalmente, pero con una mezcla extraña entre emoción, incertidumbre y la comprensión de que el universo nos dejó en el lugar adecuado.


La mañana siguiente nos levantaron temprano para la caminata matutina y para una serie de ejercicios que evitaban que nuestras extremidades se congelaran. Se continuó con la lectura del día anterior, en la que se hablaba de ciertos personajes llamados Pavka y Fósforo, personajes que se habían hallado en medio de una guerra en Chiapas, por ahi de 1994. Concluida la lectura, Pavel prosiguió con el taller para formar los primeros agentes, se nos dieron herramientas, se intercambiaron anécdotas, hubo un trabajo mental muy intenso. También J.C. nos dió una plática en la que se nos enlistaron una serie de cualidades que deben tener los agentes, e hicimos una dinámica en la que también se contaron anécdotas por parte de brigadistas y becarios, la cual por cierto casi se ve interrumpida por la lluvia (clásico en los talleres de J. C.). Después procedimos a comer y al pasar de un rato de digestión, nos dijeron que saldríamos a la fogata... Con los ojos vendados.



Salimos en fila de la cabaña, tomados por los hombros, con los ojos vendados. Nos sentaron en el pasto, aún con los ojos cubiertos y pudimos sentir el calor en nuestros rostros. Un poderoso sentimiento nos invadió a varios, provocando que mojáramos la venda de los ojos. Se continuó con la lectura de Pavka y Fósforo, y una vez concluida, se nos indicó que nos quitáramos la venda. Ahora un hombre de lentes y cabellos largos se dirigía a nosotros, nos preguntó si todos estábamos ahí por convencimiento propio o por mero requisito, nos habló de largos caminos recorridos y por recorrer y también nos habló de su apoyo incondicional a la agencia. Fósforo se dirigía a Pavel como Pavka y entonces todos nos sentimos en el lugar adecuado.

La velada culminó en la cabaña con la película de "El Rey León" (la cual, por cierto, no ví) y con la profunda certidumbre de que las casualidades no lo son.


La mañana siguiente trascurrió con los ya tradicionales ejercicios de calentamiento y la caminata. Desayunamos y proseguimos con el taller de los agentes, el cual concluyó con un gran suspiro y un aplauso, ya pasado el medio día. Después de comer, Atzin nos dió una charla sobre ecosistemas, nos enseñó que cada elemento tiene una función importante y cómo la menor alteración genera un enorme cambio. Nos habló sobre la enorme variedad de las especies vegetales y cómo ayudarnos a diferenciarlas. Nos introdujo en una dinámica con algunas plantas, y luego nos dieron una charla sobre los diferentes ecosistemas exstentes (O por lo menos los que existían) en México. Y esa fue la última charla que tuvimos como taller. Después de esta última charla algunos integrantes de Reforestamos México, comenzaron a despedirse, y entonces para esa última noche de campamento, ya éramos menos.

Por la mañana caminamos entre borregos y árboles jóvenes que bardeaban el camino. Viajamos tranquilos, entre el refrigerio que nos prepararon unos ángeles con delantal (quienes también nos alimentaron el resto del campamento) y con el olor que produce uno al no bañarse en tres días, con el cansancio de un campamento con trabajo (mental) intensivo, llegamos sanos y salvos a nuestras casas... A bañarnos.

Imagino el final de la hisotria sin final.

Juatarhu Fest: Le tour de force.

Por Toto

I.

Tengo que decir que dormimos bastante bien la noche anterior, como previniendo la vorágine que se avecinaba tras esas semanas de ensayos, de contactar artistas, pegar carteles y vociferar a los cuatro vientos (y a todos los demás) que se aproximaba el evento mas enorme que haya llegado jamás a Eronga.

Cogimos un taxi desde la cueva (espero algún día tengan el gusto de conocerla) hasta el autobús que nos habría de llevar a Eronga, cargando mil fierros y algunos leños para atizar el fuego del escenario. En el autobús nos esperaban ya algunos conocidos, desde el buen Noctis, siempre cigarrillo en mano y sus camaradas del colectivo Chac Mool hasta los miembros de la banda Macehual quienes se veían algo desvelados. Abordamos y tras un breve y cómodo trayecto llegamos a Hurich Ecoturismo, lugar donde se iba a establecer el campamento. Había pocas nubes en el cielo, por lo que el sol nos abrasaba gentilmente la nuca.

Al cabo de un rato llegaron los demás juatarhus a bordo de la heroica ballena, misma que fue llenada a reventar con los instrumentos de las bandas y algunos miembros de ellas y llevada hasta el salón Amado Nervo (me pregunto que diría el maestro si se enterara, jajaja), que esta día iba a servir como camerino gigantesco, bufet y salón de convivencia para toda la fauna que se iba a dar cita en el festival.

El equipo de sonido aun no estaba armado y la gente empezaba a llegar, con rostros curiosos a la plaza. La tensión crecía, se olía algo extraordinario. Mi cabeza daba vueltas al correr de un lado al otro de la plaza para verificar todo, desde la batería que yacía taciturna en la pérgola (como anticipando una buena paliza) hasta que Ivan Holguín tuviera dónde colgar su gigantesca foto.

Los juatarhus nos reunimos para brincar en un curioso ritual de iniciación que envidiarían los mas experimentados chamanes y entonces supimos que ya era la hora. Todo estaba puesto. Todo mundo estaba presente. Era la hora.

II.

El festival comenzó con una charla de Thiuime. Ya en el ocaso fue turno de La Vaganzia abrir la parte musical del festival, quienes con su estética punk de "hágalo usted mismo" comenzaron su actuación con la rotunda y sincera advertencia de que no habían ensayado en un buen rato, cosa que provocó algunas sonrisas entre el público. Tras aproximadamente media hora de estridencia desenfadada y letras incendiarias fue el momento del deathcore de Nobody Can Help Us (paradójicamente, ayudados por todo mundo), viejos conocidos nuestros, quienes llenaron la plaza de ruido con sus potentes growls.

Ya completamente de noche la plaza se sumió en silencio mientras el grupo de danza La Barbacoa jugaba con una tela como si de nuestras mentes se tratara, seguidos por el ambiente bohemio transmitido por el repertorio acústico de HIROS Rock Project (y la no tanta de su servidor).


El aplauso mas fuerte de la noche resonó al concluir Margarita Alanís su actuación. Las caras entre atónitas y maravilladas de la audiencia daban a entender que ALGO realmente estaba pasando. Fue entonces turno de Beating Souls, quienes con la frescura de su jazz fusión le dieron el toque funky a la noche y encendieron al público, quienes repetidamente vocearon la "otra". Manuel Noctis (reitero, cigarrillo y chela en mano), emisario de Clarimonda, leyó con vehemencia un cuento semi autobiográfico (imagino yo).

Llegamos entonces al escenario los anfitriones, MYT. Many, miembro de Juatarhu y baterista aporreó sus tambores como si no hubiera mañana. Yesa, guitarrista, logró que el ruido se volviera ternura. Y Toto (su humilde narrador) hizo toda clase de artimañas para provocar el aplauso, provocado por la ardiente alma del mezcal, desde bajarme del escenario (o por lo menos intentarlo) hasta brincar como poseído. Acabamos nuestra actuación sudorosos y felices, con los miembros entumidos y con el zumbido incesante de la resaca que deja el último acorde tocado en los oídos.

Mictecacíhuatl nos puso a mover la cabeza con la rudeza metalera de sus canciones mientras Hackobo, su guitarrista, nos incitaba a darle la vuelta y sacudir a la plaza y hacer slam hasta que nuestras entrañas quedaran embarradas en el suelo. Por lo menos yo le obedecí.

Ya al final y de madrugada, cuando nuestras rótulas colgaban, llegó Macehual, quienes nos hicieron salir de nuestro cansancio y bailar otro rato respirando jubilosos los vapores que exhudaba de la gran masa humana que se mecía de un lado a otro.
Y entonces terminó. La plaza se fue quedando vacía y silenciosa de nuevo. Nos fuimos a dormir ya dormidos y jurando volverlo a hacer. Pronto.

III.

Día siguiente. Los párpados detenidos con imaginarias pinzas para la ropa. Carne asada. Comentarios favorables. No recuerdo muy bien. Fue un verdadero tour de force.