Imagino que éstas cosas (o seres) que de golpe se encuentran reubicadas en un lugar "adecuado" pueden no verlo así.
La mañana siguiente nos levantaron temprano para la caminata matutina y para una serie de ejercicios que evitaban que nuestras extremidades se congelaran. Se continuó con la lectura del día anterior, en la que se hablaba de ciertos personajes llamados Pavka y Fósforo, personajes que se habían hallado en medio de una guerra en Chiapas, por ahi de 1994. Concluida la lectura, Pavel prosiguió con el taller para formar los primeros agentes, se nos dieron herramientas, se intercambiaron anécdotas, hubo un trabajo mental muy intenso. También J.C. nos dió una plática en la que se nos enlistaron una serie de cualidades que deben tener los agentes, e hicimos una dinámica en la que también se contaron anécdotas por parte de brigadistas y becarios, la cual por cierto casi se ve interrumpida por la lluvia (clásico en los talleres de J. C.). Después procedimos a comer y al pasar de un rato de digestión, nos dijeron que saldríamos a la fogata... Con los ojos vendados.
Salimos en fila de la cabaña, tomados por los hombros, con los ojos vendados. Nos sentaron en el pasto, aún con los ojos cubiertos y pudimos sentir el calor en nuestros rostros. Un poderoso sentimiento nos invadió a varios, provocando que mojáramos la venda de los ojos. Se continuó con la lectura de Pavka y Fósforo, y una vez concluida, se nos indicó que nos quitáramos la venda. Ahora un hombre de lentes y cabellos largos se dirigía a nosotros, nos preguntó si todos estábamos ahí por convencimiento propio o por mero requisito, nos habló de largos caminos recorridos y por recorrer y también nos habló de su apoyo incondicional a la agencia. Fósforo se dirigía a Pavel como Pavka y entonces todos nos sentimos en el lugar adecuado.
La velada culminó en la cabaña con la película de "El Rey León" (la cual, por cierto, no ví) y con la profunda certidumbre de que las casualidades no lo son.
La mañana siguiente trascurrió con los ya tradicionales ejercicios de calentamiento y la caminata. Desayunamos y proseguimos con el taller de los agentes, el cual concluyó con un gran suspiro y un aplauso, ya pasado el medio día. Después de comer, Atzin nos dió una charla sobre ecosistemas, nos enseñó que cada elemento tiene una función importante y cómo la menor alteración genera un enorme cambio. Nos habló sobre la enorme variedad de las especies vegetales y cómo ayudarnos a diferenciarlas. Nos introdujo en una dinámica con algunas plantas, y luego nos dieron una charla sobre los diferentes ecosistemas exstentes (O por lo menos los que existían) en México. Y esa fue la última charla que tuvimos como taller. Después de esta última charla algunos integrantes de Reforestamos México, comenzaron a despedirse, y entonces para esa última noche de campamento, ya éramos menos.
Por la mañana caminamos entre borregos y árboles jóvenes que bardeaban el camino. Viajamos tranquilos, entre el refrigerio que nos prepararon unos ángeles con delantal (quienes también nos alimentaron el resto del campamento) y con el olor que produce uno al no bañarse en tres días, con el cansancio de un campamento con trabajo (mental) intensivo, llegamos sanos y salvos a nuestras casas... A bañarnos.
Imagino el final de la hisotria sin final.
Esta ves no pude vivir el campamento en carne propia, la vida me llevo a otro destino, pero con tu texto me senti tan cerca, tan como si hubiera estado ahí. Acá donde estoy nos han dicho muchas veces que PENSAR ES PENSAR DIFERENTE, me alegra que el campamento allá generado reflexión, son momentos en los que es importante pensarse, pensar al otro, pensar el entorno
ResponderEliminarMe encanto el texto, muchas gracias por compartirlo.
Emilio
Desde tierras andaluzas